Isthmus es mango, pero también plátano. Es acordes septimados y muros húmedos. Es helado y patacón. Todo hierve y se reduce a lo meramente esencial. Lo que no puede esconderse. Acá se admira y se dice, se camina y se suda, se habla y se condensa. Es ñeque y buque. Es selva y tundra.
Se toma el hábito de la Arquitectura y se renuncia a la comodidad. La penitencia se camina, se suda, se llora, asedia de noche y distrae de día. Solo el arte y la ciencia absuelven del pecado de la soberbia con frescura y paz; se teorizan los horizontes lejanos que solo la mente imagina y se cuestionan las aspiraciones banales de plástico y esponja.
Da efímeros amigos de angustiosa fugacidad que se aman, se admiran, y salvan de la locura que da la soledad. Y luego te los quita inclemente con un rápido abrazo pegachento como insuficiente e injusta despedida.
No hay control. No hay lógica. No hay comodidad. Se está solo. Y lo que la autenticidad da y recibe. Llega el día en que toca ser quien se va. Y lo único que queda gravado en el cerebro es la devoción por la ciencia y el arte y esa adorable tortura que sólo puedes esperar repetir.
Es un espejo relampagueante que muestra la realidad de la mente y el alma.
Isthmus no te cambia. Te muestra quién has sido siempre.
Arq. Ricardo Dan Díaz
Monje penitente de la Arquitectura.
Universidad Isthmus. Panamá, Verano 2024